Un gran humanista que dejó su huella en el amor por la familia, la pasión por el conocimiento y la defensa de la tierra que lo vio nacer.

Infancia y juventud

Martín García Ramos nació en Arboleas (Almería) el 13 de enero de 1921, siendo el mayor de once hermanos. Su paso por la escuela estuvo marcado por la influencia de su maestro, Enrique Gallego Ramos. Cursó sus estudios de bachillerato como alumno libre en los institutos de Cuevas de Almanzora y Lorca. Durante esta etapa, destacan varias anécdotas que ya anticipan su personalidad: para poder estudiar mientras ayudaba a su padre en las labores agrícolas, construyó un atril que adaptó al arado, lo que le permitió estudiar mientras labraba la tierra.

Además, cuando realizó el examen de ingreso a la escuela, su brillante actuación fue tan destacada que el tribunal le sugirió solicitar una beca, aunque en ese momento no sabía qué era una beca. Pensó que no podía ser algo malo y la aceptó. Sin embargo, la beca le fue concedida en pleno contexto de la Guerra Civil, y no pudo aprovecharla, ya que fue movilizado para la contienda.

Martín García Ramos y Trinidad
Martín García Ramos y su mujer Catalina

El despertar a la realidad

Después del fin de la Guerra Civil, la situación en España fue extremadamente difícil, pero Martín García Ramos no permitió que las circunstancias lo detuvieran en su deseo de continuar formándose. A pesar de las adversidades de la postguerra, mantuvo su impulso por la educación y la cultura, y su testimonio de esta época de lucha lo plasmó en diversas obras que reflejan las dificultades de aquellos años. Como testimonio de esa periodo, escribió el cuento La beca, que refleja su vivencia.

Más adelante, cursó estudios de ATS, aunque su verdadera vocación era la Medicina, un campo que no podía estudiar como alumno libre. Tras casarse con Catalina y tener dos de sus ocho hijos, se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Murcia, también como alumno libre.

Hombre comprometido

La identidad de Martín García con el Valle del Almanzora se profundizó aún más cuando no tuvo que alejarse de su tierra, al ser nombrado primero profesor titular y, posteriormente, catedrático de Lengua Castellana y Literatura en el Instituto de Albox, centro que hoy en día lleva su nombre. En este instituto, siguiendo el ejemplo de su maestro, desempeñó una labor excepcional dejando una huella imborrable no solo en el ámbito docente, sino también en la extensión de la educación media y profesional a amplios sectores de la población, siempre con un enfoque hacia los más desfavorecidos social y económicamente, en una época de grandes dificultades. Durante esta etapa, destacan sus narraciones Los pechos privilegiados, Cosas de la guerra y El sargento Liborio.

Martín García Ramos entregando un diploma a su hijo, José.
Martín García Ramos y su invento la máquina de analizar frases
Portada Revista Batarro del año 1999
Recorte de periódico sobre Batarro

Cultura y poesía para la vida

De su maestro aprendió la importancia de la cultura como herramienta para enfrentarse a la vida y construir un mundo mejor. Esta lección la intentó transmitir a sus hermanos, hijos y alumnos, y la puso en práctica durante toda su vida profesional, alentando a muchos jóvenes a continuar sus estudios y asesorándolos en la solicitud de becas, especialmente a aquellos provenientes de familias con recursos limitados.

Desde joven, Martín cultivó la poesía y fundó, junto con Diego Granados, la revista cultural Batarro. Participó en varias ediciones de «Los Encuentros de Poetas Almerienses», organizados por el Ayuntamiento de Oria. En 1982, obtuvo el segundo lugar en el Premio Periodístico de la Casa de Almería en Barcelona por sus artículos sobre la toponimia del Valle del Almanzora.

La creación literaria y el amor por su tierra

Entre sus obras narrativas destacan Cuentos del Almanzora (1987, segunda edición en 2021) y Camino del desierto (2002, obra póstuma; 2013, segunda edición, editorial Difácil), en las que se refleja su actitud crítica, su denuncia y reivindicación de los sectores sociales más desfavorecidos, abogando por igualar las oportunidades y recursos de su comarca con los de otras zonas. A través de sus personajes, que muestran una fina ironía, nos ofrece una visión de sus fatigas, costumbres, supersticiones, la desigualdad social, la burocracia desmesurada y la tristeza por la pérdida del ferrocarril, entre otros temas.

En sus obras destacan las detalladas descripciones de los paisajes de su tierra: el aroma de los naranjos, el color del cielo, la silueta de las montañas y la aridez del viento de poniente. Otras de sus obras permanecen inéditas, como La historia de siempre, Tierra sin agua y un libro de poemas de juventud titulado Voces del alma.

Martín García Ramos en un evento literario
Portada del libro El mundo de los canteros y el léxico del mármol
Portada del libro Cuentos del Almanzora
Portada del libro Camino del desierto
Portada del libro Toponimia del valle medio del Almanzora

Entre sus colaboraciones literarias destacan la inclusión en la antología Nuevos poetas de España, publicada por Ediciones Ensayos de Madrid, y en Corona poética cervantina, publicada por la Universidad de Valencia en 1947.

Obras de investigación

Además, Martín publicó varias obras de investigación, entre ellas Toponimia del Valle del Almanzora (1989) y El mundo de los canteros y el léxico del mármol (1996), así como El habla de Albox y su comarca, Curso de sintaxis elemental y El aprendizaje de la gramática y la enseñanza comparada, que permanecen inéditas.

Su prolífica carrera literaria también cuenta con numerosas publicaciones en la revista Batarro y en periódicos como La Voz de Almería y El Ideal de Granada. Su labor docente y su apoyo al desarrollo cultural de Almería fueron ampliamente reconocidos.

El legado de un humanista

Los últimos años de su actividad docente los pasó en los institutos de Cogollos Vega y en la extensión del Instituto Nacional de Bachillerato a Distancia en Granada.

Tras su jubilación, Martín regresó al Valle del Almanzora y pasó sus últimos años en Arboleas, un lugar que también aparece como protagonista bajo el nombre de Morazara en Camino del desierto. Allí combinó su trabajo en la agricultura con su pasión por la creación literaria y la investigación. Este momento reflejó su identidad vinculada al territorio y su solidaridad con los agricultores del Almanzora, cuya vida, marcada por las dificultades, vivía en estrecha relación con la tierra.

A pesar de su vocación universal y su mente abierta, Martín García Ramos fue siempre un hombre profundamente arraigado a su tierra, lo cual se manifiesta claramente en su obra, especialmente en Camino del desierto.

Martín García Ramos falleció el 18 de febrero de 1999 pero su legado permanece inmortal a través de sus hijos, nietos, familia y quienes han querido perpetuar su herencia a través de esta Fundación y del Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos. El alma de un hombre íntegro, la sabiduría de un maestro libre y comprometido y sobre todo, la esencia de un humanista verdadero están más vivas que nunca.

Retrato de Martín García Ramos